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miércoles, 10 de diciembre de 2008

La amante de los besos de Látex

Por: Alejandro Pérez

Cualquier historia de sexo casual, una de esas que seguramente muchas personas experimentan en los bares, en los burdeles, en las cantinas, o en cualquier esquina, besos que saben a bocas extrañas, cuerpos que tienen el aliento de otra persona cuando una boca los recorre, pero no tus besos, no tu cuerpo, por lo menos no en este momento.

No presto atención en las cosas más banales, como el sabor de otras bocas, en la tuya, o el olor de otros alientos en tus senos, en tu vientre, en tu espalda, no siento interés alguno por saber si otro sudor te ha mojado, de todos modos que importa, “esto es solo casual”.

Sin mayor preámbulo, quitas los obstáculos que te impiden ver mi desnudez, no me gusta quedarme atrás y desprendo de tu figura una blusa, y el horrible sostén que hace ver más grandes tus pechos, seguimos entrelazados en un beso que por el momento sabe fresco, no se si sea la pasta dental que usas, un pastilla, o simplemente ese aroma que desprenden los cuerpos cuando saben que habrá un encuentro.

Nuestros sexos quedan al desnudo, ya no hay nada que ocultar, las cicatrices, los lunares, las estrías, las manchas en la piel, todas esas son banalidades en este momento ya no importan, lo único son tus gemidos y los míos, nuestro sudor bañando las sabanas, el ser humano en la búsqueda eterna del éxtasis.

Poco a poco este primer encuentro va llegando a su fin, estamos olvidando el pasado y el presente que nos separa y nos une. Este es el momento en que el cerebro evolucionado dejar de funcionar, para dar paso a los instintos, a lo casual.

Al igual que en el teatro ha llegado el momento en el que finaliza el primer acto, debería de sentirme bien, pero no es así, a diferencia de otras personas con las que he estado, tu abrazo me estorba, y en mi mente suena una deprimente canción “ es un día perfecto, estoy bebiendo sangría en el parque, y después iré a comer un trozo de carne, es un día perfecto alimentando animales en el zoológico , y luego al cine y a casa después, que día tan perfecto, me alegra haberlo pasado contigo, que día tan perfecto olvidamos los problemas, los fines de semana solo son tan divertidos, que día tan perfecto hiciste que me olvidara de mi, pensaba que era otra persona...pensé que era alguien bueno”.

Finalmente despierto del éxtasis, y te platico la escena de una película que irónicamente me recuerda otro encuentro casual, el cual me costó trabajo y lágrimas, me miras con ojos sorprendidos, supongo que esperabas algo más romántico, o por lo menos más amistoso, tal vez un beso. Sigo hablando y te expongo un punto de vista sobre las apariencias, sobre las ilusiones ópticas y las mentiras que los humanos nos contamos.

Finalmente provocas un beso más entre nosotros, inicia la segunda escena, termino el medio tiempo de nuestra función, es un beso con sabor y aroma distinto, mi confusión se hace presente, se que el animal que vive dentro de mi desea tu piel, desea besar unos senos ajenos, desea tocar de nueva cuenta tus glúteos, sin embargo el aroma de esos tus besos me aleja, pone una barrera, tu cuerpo me dice que esto es sólo casual, es solo de plástico, del más usado en las relaciones casuales, sin embargo continuamos en este acto, la función debe continuar.

Como dos malos actores salimos de nueva cuenta al mundo real, tomamos un camino en común, que al poco tiempo se vuelve tan distinto como nuestras vidas, nos despedimos como dos extraños, te das la vuelta, me miras, te miro, me dices adiós levantando una mano... me queda claro que seremos nuevamente dos extraños hasta el día en que decidas dejarme probar de nueva cuenta tus besos casuales...tal vez mañana.








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